Situado a orillas del río Sequillo, en la confluencia con el arroyo de Mijares, su construcción principal es la iglesia de Santa María.

Esta iglesia, con los posteriores arreglos del siglo XVI en estilo gótico y renacentista, que es la que quedó del desaparecido monasterio. En su interior podemos descubrir la interesante bóveda de crucería estrellada, la esbelta torre y la escultura en honor a San Mancio.
Como es lógico, es a él, a quien cada 21 de mayo dedican sus fiestas patronales, donde las verbenas, la doma de caballos y una gran paella, entre otras, amenizan por unos días las calles de este pueblo que dista unos 48 kms. de la capital. El 16 de agosto con las fiestas de San Roque, se citan las gentes más allegadas que urante el verano pasan aquí sus vacaciones. Los teatros, la parrillada, el toro mecánico o un día dedicado a dar un paseo en bici son sus actos principales.
La visita al pueblo puede terminar con un bonito paseo por el Canal de Castilla, y si nos entra hambre, dos opciones, comida campestre en unas parrillas que el Ayuntamiento ha habilitado a la entrada del mismo, o en el centro cultural de la calle Plaza (a unos 100 m. de la iglesia), donde seguro un buen chorizo y jamón de la tierra y una buena limonada calmarán nuestro apetito.